
Mañana día 8 de junio se cumplirá el 101 aniversario de la coronación canónica de la imagen de la Virgen del Rocío. Con este motivo, vamos a analizar algunos aspectos relacionados con aquel extraordinario acontecimiento. Concretamente, nos detendremos en el repaso de las importantes consecuencias que tuvo y que han hecho de la coronación un hito dentro de la historia de la devoción rociera.
En primer lugar, habría que precisar que la coronación canónica de la Virgen del Rocío en 1919 vino a reconocer la antigüedad de la devoción a la imagen, su celebridad como otorgadora de remedios y su extendida devoción entre los municipios próximos a Almonte pertenecientes a las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, fundamentalmente. Estos tres argumentos resultan esenciales para entender la concesión de tal privilegio.
La coronación, por lo tanto, tiene como fundamento las circunstancias singulares que rodean a la citada devoción. La coronación no es el inicio de nada nuevo, sino el reconocimiento a hechos y creencias que estaban muy arraigadas en la época. Pero, al tiempo, supone un hito que ha marcado la evolución de la devoción rociera.
Santiago Padilla, que ha estudiado con detalle este aspecto, considera que la coronación representa un intento por extender la devoción rociera más allá de las fronteras estrictamente locales. Como hemos dicho, hasta ese momento, la devoción se concentraba entre los municipios o comarcas próximos a Almonte de las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Pero, con la coronación, como ha explicado Julio Mayo, la Virgen se presenta como reina de Andalucía.
Esto sucede en un contexto marcado por las reivindicaciones andalucistas propias del regionalismo en cuanto ideario político y filosófico. Hay que tener en cuenta que en 1918 se celebra la Asamblea de Ronda y en 1919 se publica el manifiesto andalucista de Córdoba.
Evidentemente, la Virgen se presenta como reina de Andalucía, porque a lo largo de la historia había quedado suficientemente contrastada la extraordinaria capacidad de atracción de la imagen. Conviene apuntar al respecto, que la Virgen aparece y se venera en un concreto punto geográfico que representa un cruce estratégico de caminos entre las tres provincias antes mencionadas. Por lo tanto, desde la primera hora, la devoción rociera parece tener vocación de expandirse a partir de ese concreto enclave, paso obligado para las comarcas del Condado de Huelva, el Aljarafe sevillano y las costas gaditana y onubense.
De lo expuesto, cabe concluir que en 1919 existe ya plena conciencia de que la enorme capacidad de atracción que despierta la imagen va mucho más allá de las fronteras estrictamente locales. Se trata de un hecho extraordinario que confiere un perfil propio y diferenciado a la devoción rociera. Lo común es que la devoción de una imagen se circunscriba a las fronteras estrictamente locales. Pero en el caso de la imagen de la Virgen del Rocío, desde la primera hora, la devoción parece tener vocación de ir más allá y expandirse en un proceso que, a día de hoy, parece no tener límites.
Otra consecuencia, vinculada a la anterior, según el análisis de Padilla, es el crecimiento que experimenta la nómina de hermandades filiales a partir de la coronación canónica. Concretamente, durante el período 1919-1935 el número de filiales aumenta en 14, cifra, sin duda extraordinaria para la época, más aún si se tiene en cuenta la ausencia de infraestructuras del transporte que aislaba a la aldea de El Rocío. En ese escenario adverso de falta de conexiones y difícil acceso, el número de hermandades filiales experimenta un crecimiento sustancial.
También en relación con lo expuesto hasta ahora, hay que añadir que la fama de la romería aumenta y la prensa, sobre todo de Madrid, comienza a informar en aquellos años acerca de la misma. Padilla explica que en aquellos años revistas como Mundo Gráfico y La Esfera y periódicos como El Día, La Acción, El Imparcial, El Sol, La Correspondencia de España, El Siglo Futuro, ABC o El Heraldo de Madrid ofrecen informaciones sobre la romería, al igual que hace La Vanguardia en Barcelona. También señala Padilla que en 1922 se edita en Huelva ‘La Romería del Rocío, la primera revista monográfica que se ha identificado sobre El Rocío. Por lo tanto, la romería y, en consecuencia, la devoción rociera, comienza a interesar y se convierte en noticia más allá del ámbito geográfico estrictamente local. Esto sucede en una época de auge de las romerías andaluzas y, en general, de sus fiestas religiosas.
Todos estos procesos que se han relacionado hasta el momento, confieren singularidad a la devoción rociera, que comienza a diferenciarse, de esta forma, en su evolución de otras importantes devociones.
Poco después de la coronación, en 1923, se establece en la aldea de El Rocío un capellán permanente, Rafael Carnevalli. Sin duda, otra consecuencia derivada de aquel acontecimiento que repercutirá positivamente en el culto a la imagen. Por otro lado, en 1921 y 1922, las ciudades de Huelva y Sevilla consagran altares a la patrona de Almonte en la Parroquia de San Pedro y en la Colegial del Salvador, respectivamente. Mientras que, algo después, en 1927, La Palma del Condado levanta el primer monumento público en honor de la Virgen del Rocío.
La Hermandad Matriz, por su parte, comienza a prestar atención a los títulos corporativos y en 1920 obtiene los de real y pontificia. En relación con este hecho, Padilla apunta que el fortalecimiento institucional de la Hermandad Matriz se hace más evidente a partir de la coronación.
También las artes, la pintura fundamentalmente, reflejan y difunden la devoción rociera, a través de obras de pintores, como Santiago Martínez, Gonzalo Bilbao, Pedro Gómez o Hohenleiter. Con el trasfondo del regionalismo, la romería del Rocío llama poderosamente la atención por la pureza del carácter popular, por los típicos y llamativos cantes y bailes y por su privilegiado entorno natural. Las artes, interesadas por el fenómeno, plasman y difunden aspectos de El Rocío en obras que aportan prestigio a una tradición eminentemente popular.
Estos procesos que acabamos de relacionar explican, junto a otros, que la coronación represente un hito en la historia de la devoción rociera que, a partir de ese preciso momento, comienza a adquirir una dimensión distinta que acentúa el carácter extraordinario que siempre ha tenido todo lo relacionado con la imagen de la Virgen del Rocío.
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