
El Consejo de Hermandades de Sevilla ha anunciado hace unos días que prepara un “ambicioso y amplio” programa de actos cuaresmales con “el objetivo de poner en valor la riqueza religiosa, histórica, patrimonial y social de las hermandades”. El programa, según se ha dado a conocer, incluirá conferencias, mesas redondas, conciertos, además de novedosas propuestas culturales con el cine y la literatura como protagonistas. El Consejo ha señalado que, junto al programa, mantendrá, si las circunstancias lo permiten, el Vía Crucis y “el acto del Domingo de Pasión, que este año, y dadas las circunstancias extraordinarias, llegará en un formato distinto al habitual”. Es decir, no habrá pregón convencional, pero sí un acto.
El anuncio que ha hecho el Consejo de Sevilla introduce un elemento novedoso en el debate abierto sobre la manera de celebrar la próxima Semana Santa. A partir de la reunión que los presidentes de los Consejos de Hermandades andaluces celebraron en Antequera a mediados de septiembre, el debate se centró en de qué manera pueden salir las cofradías a la calle, en las actuales circunstancias.
Un mes más tarde, fueron los Obispos del Sur los que se reunieron y echaron un jarro de agua fría sobre las expectativas de los presidentes de los Consejos de Hermandades con aquello de “evitar los sucedáneos”.
Desde entonces, se hizo la prudencia y apenas se ha vuelto a hablar de estos asuntos. De hecho, poco se ha avanzado respecto a lo anunciado con entusiasmo por los presidentes de los Consejos de Hermandades tras la reunión de Antequera.
Así estaban las cosas, cuando el Consejo de Sevilla ha anunciado que ya trabaja en la elaboración de ese ambicioso y completo programa de actividades cuaresmales.
Los planes del Consejo que preside Francisco Vélez parecen muy apropiados. Cada vez va quedando menos para la Cuaresma y preparar un completo programa de actos, no uno con el que cubrir el expediente, sino algo hecho con criterio, requiere planificación y trabajo.
La suspensión de la Semana Santa de este año pilló a todos por sorpresa y sin capacidad de reacción. Pero las circunstancias ahora son distintas. Todo el mundo sabe que existe una posibilidad seria de que este año tampoco haya imágenes en la calle. Este conocimiento, que no certeza, obliga a trabajar con planificación y audacia para ofrecer a cofrades y devotos un completo y cuidado programa que, en cierto modo, repare el vacío que supondría un nuevo año sin procesiones.
Es un error que el planteamiento sea el blanco o el negro. La paleta de colores es amplia y rica en matices. La cuestión está en sacar el máximo provecho a unas circunstancias extraordinarias que, de momento, exigen restricciones.
El silencio que los presidentes de los Consejos de Hermandades de Andalucía mantienen desde el tirón de orejas de los Obispos, no se entiende. Sevilla ha apuntado esta semana que existe margen para trabajar. Confiemos que pronto lleguen anuncios similares al que acaba de realizar el Consejo hispalense.
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