El obispo de Huelva, José Vilaplana, ha reiterado en las últimas horas la intención de organizar una procesión en acción de gracias una vez que la pandemia quede superada, acogiéndose, de esta forma, a la posibilidad ofrecida hace unos días por la Congregación del Culto Divino de celebrar, en una fecha adecuada del calendario, las procesiones que ahora quedan suspendidas.
Pero la buena intención del obispo, choca al menos con dos amenazas de calado: el coronavirus y la financiación de la citada procesión.

En el momento actual, nadie está en situación de asegurar cuándo se vencerá el virus y, mucho menos aún, cuando estaremos en condiciones de recuperar plenamente la normalidad que la pandemia ha hecho añicos. A estas horas, lo que parece claro es que, una vez se levante el estado de alarma actualmente decretado, llegará un período de aislamiento social del que se desconocen la duración e intensidad, es decir, durante cuánto tiempo y de qué modo alterará el día a día que existía antes de la pandemia.
Por si fuera poco, la financiación de estas procesiones de acción de gracias es otro obstáculo que no se puede pasar por alto. Hay que tener en cuenta que las hermandades, este año, van a ver considerablemente mermados sus ingresos, fundamentalmente, los derivados de los abonos de los palcos y sillas de la carrera oficial y de las papeletas de sitio. Sin estos recursos o, al menos, sin la mayor parte de estos recursos, la capacidad económica de las cofradías para hacer frente a los costes propios de una salida, principalmente, bandas y flores, es toda una incógnita. De manera que, en el mejor de los casos, habrá que medir muy bien los gastos que implicaría la posible organización de estas procesiones de acción de gracias y, también, buscar mecanismos para financiar dichos gastos.
Lo que está fuera de toda duda son los efectos positivos que las procesiones en acción de gracias tendrían para el ánimo de una ciudad golpeada anímica y económicamente por la pandemia y que, a buen seguro, respondería de manera entusiasta a un evento como el anunciado por el obispo.
Querer es poder. Si se quiere tener procesiones en acción de gracias como Huelva y los onubenses merecen, habrá que trabajar previamente para hacerlas posible. De entrada, ya se cuenta con la mejor predisposición del obispo, que se ha convertido en el promotor de la iniciativa, lo que no es poco.
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