
La relación de la devoción rociera con los toros es amplia. Hace días, comentamos cómo, a mediados del siglo XIX, se lidiaba un toro durante la romería y que, en aquellas fechas, llegó a levantarse un coso taurino en la aldea.
Hoy vamos a hablar de la Virgen del Rocío como protectora de los toreros a través de un caso real protagonizado por Rafael Gómez Ortega, Rafael El Gallo, hermano del genial Gallito, otro devoto rociero.
El 14 de junio de 1914 se anunciaban en la plaza de toros de La Perseverancia de Algeciras Rafael El Gallo, su hermano Gallito y Morenito de Algeciras para lidiar una corrida del hierro de Moreno Santa María.
El segundo de la tarde, de nombre Cumbrero, infirió a Rafael una aparatosa cornada en el pecho que causó enorme conmoción a los presentes, pues el diestro se levantó tras la cogida con la camisa ensangrentada para desplomarse al instante en el ruedo. Fue intervenido por el doctor Morón de una cornada en el pecho de pronóstico grave, pero en los primeros instantes se temió lo peor.
La prensa se hizo eco con prontitud del percance y numerosos aficionados se dieron cita en los aledaños de la plaza para estar al tanto de lo sucedido.
Se cuenta que pitón del toro chocó en el pecho del torero con la medalla que llevaba asida al cuello, lo que pudo evitar un peor desenlace.
Sea como fuere, de lo que no hay duda es de que Rafael, en agradecimiento, ofreció a la Virgen del Rocío un exvoto consistente en una pintura en la que puede apreciarse al torero postrado en la cama contemplando un cuadro de la patrona de Almonte. Manuel Galán, en su libro sobre los exvotos pictóricos de la Virgen del Rocío, describe que la imagen mariana aparece representada sobre fondo de color rojo burdeos y ataviada con traje de color celeste, corona y ráfaga de rayos en plata. Por otro lado, en la cabecera de la cama en la que reposa el diestro se representa un cuadro del arcángel san Rafael. En la parte inferior del cuadro, en letras doradas, figuraba la leyenda, hoy desaparecida, “otorga lo imposible”.
Con estas historias, a través del tiempo, se ha ido construyendo el carisma de la Virgen del Rocío como “otorgadora de remedios” y, en particular, como protectora de los toreros, muchos de los cuales han llevado, y siguen haciéndolo, su imagen en la corbata que se utiliza como complemento del traje de torear o en la capilla que los acompaña en las tardes de corrida.
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