
En el recorrido por el patrimonio de las cofradías andaluzas que estamos realizando a partir de las propuestas de destacados cofrades, hoy hacemos escala en Jerez. Fernando Carvajal, hermano mayor de la Hermandad de los Judíos y profundo conocedor de todo lo relacionado con las cofradías, propone como una de sus obras predilectas el manto de la Virgen de la Piedad, ejecutado en el taller de bordados de las hermanas Antúnez a finales del siglo XIX.
El manto es una obra de 1891 que tiene una marcada impronta decimonónica y se inserta con fidelidad en el estilo del taller de las Antúnez. Está profusamente bordado sobre terciopelo de color negro con hilos metálicos dorados, según ha precisado Gonzalo Navarro. El plan del dibujo, complejo, de fuerte personalidad y acentuado dinamismo, se estructura a partir de elementos vegetales y florales con predominio del acanto y la cardina. Incluye piezas de gran tamaño y responde a un esquema que concentra la asimetría en el eje central de la prenda. El perímetro se resuelve con una menuda greca perimetral concebida como una secuencia de figuras geométricas y se remata con flecos.
El manto se ejecutó a juego con un palio, también bordado en el citado taller. Ambas piezas, manto y palio, fueron diseñadas por Manuel Beltrán Jiménez.
Para comprender la pieza, más allá de su mera descripción, es preciso situarlo en su justo contexto. La prenda pertenece a la Hermandad de la Piedad de Jerez, pero fue ejecutada para la cofradía sevillana de la O. La hermandad trianera, muy celosa de su patrimonio, procesionaba en la época con un palio de plata roultz y el denominado manto de los soles, bordado por el taller de las Antúnez con diseño de Manuel Beltrán Jiménez. El manto pertenece en la actualidad a la Hermandad Sacramental de Espartinas. El palio se encargó siguiendo la estela del palio de Isaura bajo el que procesionaba en aquellos años la Esperanza Macarena, según Martínez Lara. Pero en una época de intensa renovación estética de las cofradías sevillanas que buscaban una nueva identidad acorde con los tiempos, el estilo del palio no cuajó. La nueva estética que se imponía, tenía en el bordado un elemento decisivo. En ese contexto, la corporación del Viernes Santo decide encargar en 1891 un manto y un palio bordado a las Antúnez. Se trata del conjunto que nos ocupa y que en la actualidad pertenece a la Hermandad de la Piedad de Jerez. El citado conjunto procesionó en Sevilla hasta 1930. En ese momento, el regionalismo ha triunfado y se ha convertido en el nuevo canon de la Semana Santa hispalense. Es entonces cuando la cofradía de la O, para ajustarse a la estética imperante, decide prescindir del conjunto de las Antúnez y encargar un proyecto completo de paso de palio a Maese Farfán, que no llegó a ejecutarse en su totalidad, pero que tampoco convenció. El conjunto de las Antúnez fue entregado a Carrasquilla como parte del pago del nuevo manto y fue este bordador, que entre 1935 y 1939 ejecutó, junto a Encarnación Perea, el actual manto de la cofradía de la O, el que lo enajenó a la Hermandad jerezana de la Piedad, según ha explicado Gonzalo Navarro.
Una vez que nos hemos aproximado al contexto, toca hacer lo propio con el taller que ejecutó el manto. Las hermanas Ana y Josefa Antúnez nacieron en Lebrija y se trasladaron con sus padres y hermanos a Sevilla en 1862 cuando Josefa tenía 29 años y Ana 26 años. Tenían el taller en la Huerta del Zapote, en las inmediaciones de la Macarena. Fue uno de los talleres de bordado más importantes de la Sevilla de finales del siglo XIX, junto a los de Patrocinio López y Teresa del Castillo. El taller fue la escuela del genial Rodríguez Ojeda. Se caracterizaba por trabajar con los mejores diseñadores del momento, nombres que han pasado de la historia de la Semana Santa, como Guillermo Muñiz, esposo de Josefa Antúnez, Edimigio Serrano o Manuel Beltrán Jiménez.
En 1992 la Hermandad de la Piedad de Jerez restauró el manto en 1992 en el taller de Fernández y Enríquez en Brenes.
Para terminar, como apunte curioso, señalaremos que, en 1891, misma fecha del manto y el palio de la Virgen de la O que hemos referido, dentro, por tanto, de un ambicioso programa de renovación patrimonial e identitaria, las Hermanas Antúnez bordaron para el Nazareno de la corporación trianera una magnífica túnica según diseño de Manuel Beltrán Jiménez. Lamentablemente, la túnica se perdió por culpa de ciertas creencias erróneas extendidas en la época que consideraban las túnicas bordadas inapropiadas por su riqueza.
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