El Boletín entrevista hoy a Ignacio Valduérteles con motivo de la publicación de su próximo libro: ‘Manual de Hermandades’. Valduérteles es Doctor en Administración de Empresas, director del Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme, autor de diversos libros sobre empresas y cofradías, articulista, conferenciante…es, además, una voz que habla con criterio sobre aspectos novedosos e interesantes en el ámbito cofradiero y hermano mayor de la sevillana cofradía de la Soledad de San Lorenzo.

Pregunta: Comencemos por la actualidad. Tiene preparado un próximo libro ¿Cuándo se publicará y de qué trata?
Respuesta: Está ya en imprenta. Calculo que a finales de octubre o noviembre estará en las librerías. ‘Manual de Hermandades’, que es como se titula, pretende un acercamiento a las hermandades desde la teología, la antropología cristiana y el derecho; también trata sobre los modelos de gestión. Todo enfocado siempre a la misión de las hermandades como agentes de evangelización.
Pregunta: ¿Qué debe caracterizar a una hermandad en el siglo XXI?
Respuesta: Las hermandades tienen una misión inalterable en el tiempo, en el siglo XXI como hace doscientos años. El Código de Derecho Canónico explica que son asociaciones públicas de fieles que tienen como misión fomentar la virtud de la caridad, promover el culto público, dar formación a los hermanos, evangelizar y tratar de influir cristianamente en la sociedad. Esta ha sido siempre, y continúa siendo, la misión de las hermandades. Las hermandades no cambian, la que cambia es la sociedad. Por eso deben ajustar las formas y los procesos a los nuevos tiempos; pero manteniendo su espíritu. Es lo que algunos llaman fidelidad dinámica: ajustar los modos para mantenerse fieles a su misión.
Pregunta: ¿Eso quiere decir que ahora están anquilosadas, como ha dicho usted en alguna ocasión?, ¿Qué no se han adaptado a los tiempos actuales?
Respuesta: No exactamente. Los sociólogos llaman “tiempo de reacción” al que transcurre desde que se opera un cambio en la sociedad hasta que ese cambio es detectado por las instituciones y éstas ajustan sus modos y comportamientos. Aquí pasa lo mismo. La sociedad española ha cambiado mucho en estos últimos cuarenta años. Los últimos. más aún. Las hermandades también están en este proceso de adaptación. Eso pasa por reflexionar sobre su misión, que es la de siempre, también por analizar el entorno e identificar cuáles son las claves de la sociedad actual, sus valores y sus contravalores y por último ajustar sus modos a la situación actual. En otras palabras: acortar el tiempo de reacción.
Pregunta: ¿Cuáles son esos contravalores de la sociedad actual a los que alude?
Respuesta: Podría señalarle varios, pero quizá los más evidentes son la dictadura del relativismo, que tan ajustadamente ha analizado Benedicto XVI; la corrupción del lenguaje, mediante la que se intenta cambiar el significado de los conceptos, como en el caso de la familia; la creación de colectivos identitarios supuestamente agraviados a los que lanzar contra el sistema y la sustitución de una sana laicidad por un laicismo rabioso y antirreligioso. Son corrientes que están machacando a la sociedad y los hermanos de las hermandades forman parte de esa sociedad. Es necesario un esfuerzo para identificarlos en nuestro día a día y superarlos. De cada uno de éstos se podría hablar bastante.
Pregunta: ¿Qué papel corresponde a las hermandades en la evangelización? ¿Cómo pueden ser útiles en esta tarea?
Respuesta: La respuesta está en el Concilio Vaticano II, en la Constitución ‘Lumen Gentium’. Allí proclama el decisivo papel de los laicos en la evangelización y cristianización de la sociedad. Explica que los laicos son fieles cristianos que tienen una vocación y misión específicas: están llamados a santificarse en medio del mundo, santificándolo desde dentro. A esta rotunda afirmación se une el reconocimiento explícito que hace del derecho de los fieles a asociarse. Ahí tenemos el protagonismo de los laicos y el reconocimiento de su derecho a asociarse, por ejemplo, en las hermandades para desarrollar esta tarea que les es propia.
Pregunta: ¿Qué opinión le merece la labor social que están desplegando las cofradías?
Respuesta: Muy buena, no es un tópico decir que, de no ser por la ayuda de las hermandades, ya habría habido un estallido social; pero es cierto.
Pero hay que tener en cuenta que las hermandades no son ONG’s, ni las responsables subsidiarias del mantenimiento del estado del bienestar. Han de actuar por caridad, amor a Dios reflejado en el prójimo. Dios no es solidario, es amor.
Pero se les viene encima un gran problema, mejor dicho, ya lo tienen: las peticiones de ayuda se han duplicado o triplicado, y esta situación se va a prolongar. Las hermandades no crean recursos, distribuyen los que consiguen, pero el crecimiento de las necesidades no es parejo a su capacidad de captación de recursos. Las tómbolas, rifas, bares en la casa hermandad no dan más de sí. Algunas de estas actividades, además, no se pueden hacer ahora. Hay que reinventarse: ir a nuevos modelos de captación de recursos, convenios con empresas, microdonaciones, no sé. Dejarse guiar por conocedores del fundraising.
Pregunta: Vayamos ahora a la liturgia ¿Percibe muchos errores o desconocimiento en esta materia? ¿Es un asunto que recibe suficiente atención?
Respuesta: Ni soy liturgista ni, por supuesto, pertenezco a la Congregación para el Culto Divino. No tengo ninguna capacidad para emitir juicios de valor sobre este tema. Sólo puedo decir lo que explica la doctrina de la Iglesia.
Los últimos papas vienen insistiendo en que la liturgia no es la parte externa y sensible del culto divino, o un ceremonial decorativo, o una espléndida coreografía sujeta a la creatividad de los organizadores de los cultos, sino que es una realidad en sí misma teológica que exige la presencia y la acción de la Trinidad, en la que la participación de los fieles no se limita a la asistencia y participación, sino que se prolonga en su existencia cotidiana.
Explica el Papa Francisco, cito de memoria, que la Liturgia es un tesoro viviente que no puede reducirse a gustos, novedades o simples costumbres, sino que debe ser recibido con docilidad y promovido con amor.
Con estos criterios las hermandades tienen elementos suficientes para decidir sobre temas litúrgicos, con el debido asesoramiento.
Pregunta: Tal vez por su formación y experiencia profesional, es un firme defensor de la excelencia en la gestión de las hermandades, un asunto tan interesante como innovador en este ámbito ¿Cuáles deben ser los pilares de una gestión de excelencia en el seno de las hermandades?
Respuesta: La excelencia en la gestión de las hermandades no puede ser un asunto novedoso, es esencial. Los pilares en los que se asienta esta excelencia son los mismos que en cualquier organización orientada al perfeccionamiento personal: una fundamentación doctrinal rigurosa y sólida; un plan de actividades orientadas a la consecución de sus fines y una gestión económica y administrativa eficiente.
En el gobierno de las hermandades no es suficiente el amor a la hermandad y la buena voluntad.
Pregunta: ¿Es partidario de que las decisiones las tomen personas especializadas, con conocimientos en la materia que les corresponde gestionar? Al fin y al cabo, gestionar una hermandad, con todo lo que ello implica, es una responsabilidad.
Respuesta: Digámoslo al revés, lo interesante es que las personas que tengan que tomar las decisiones sean competentes, pero sobre todo que ponderen sus decisiones ante el Sagrario. Sus decisiones no se refieren a índices de venta, satisfacción de clientes o posicionamiento en el mercado, hacen referencia a la formación y a la evangelización de los hermanos. Por eso los asesores por excelencia de los miembros de las juntas de gobierno en su toma de decisiones son los titulares de la hermandad. Es importante contar con su consejo.
Pregunta: No es partidario de que las cofradías dependan de las subvenciones para abordar gastos corrientes. Si una hermandad depende de las subvenciones para hacer frente a gastos ordinarios, ¿algo va mal?
Respuesta: Esta no es una opinión personal, es una ley universal para las hermandades o para cualquier organización. Imagine una familia que planifica su presupuesto: hipoteca, colegios, alimentación y demás, contando con un generoso aguinaldo que los abuelos suelen darle por Navidad. Puede que algún año ese ingreso extraordinario no se produzca por cualquier circunstancia ¿y entonces qué?
Bienvenidas sean las subvenciones, o cualquier otro donativo o aportación, hay que solicitarlas y tratar de conseguirlas; pero una hermandad no puede basar su presupuesto ordinario, el del día a día, en unos ingresos que dependen de la buena voluntad de otros, que no son exigibles y que, por tanto, pueden fallar. Es así de sencillo.
Pregunta: Ha planteado la conveniencia de promover un think tank cofradiero, otra idea innovadora e interesante. ¿Cuáles serían los primeros retos que debería abordar? Pongámosle tarea.
Respuesta: Todo lo que hemos venido hablando. El ‘Manual Cofrade’ del que hablábamos al principio puede ser un buen soporte.
Pregunta: Para terminar, ¿cómo cree que la pandemia va a afectar a las cofradías? ¿Debemos cambiar algo a partir de ahora?
Respuesta: La pandemia afecta a toda la sociedad y las cofradías son parte de esa sociedad. Hemos descubierto que somos vulnerables, que un modelo basado en el consumo ilimitado, alimentado artificialmente por el crédito, no es sostenible. Tenemos que reorganizar nuestras prioridades y eso sólo es posible teniendo un sólido esquema de pensamiento. Hay que recordar los fundamentos de nuestra cultura, que pasan por un sistema moral y cultural pluralista basado en los principios éticos y culturales de la civilización judeo-cristiana y greco-romana. Las hermandades no pueden estar ausentes en el gran debate cultural de estos momentos, han de tomar parte activa en él, crear el futuro.
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