
La cofradía de la Merced fijó su salida aquel Jueves Santo de 1920 a las 19,00h. Procesionaba, entonces, con dos pasos: el misterio del Cristo de las Cadenas y el palio de la Virgen de los Dolores.
La cofradía de la Merced sirve perfectamente al empeño de explicar el auge y la renovación estética de la Semana Santa onubense a partir de 1912 y 1913. Este último año estrena las andas ejecutadas por José Gil para el misterio de la cofradía, que son las que actualmente utiliza el Cristo del Buen Viaje. También estrena imágenes secundarias, que fueron adquiridas en Sevilla y que habían pertenecido a la cofradía del Valle. Ese mismo año, la cofradía estrena también túnica, siendo la primera cofradía en introducir capa y en no emplear prendas de color negro o morado. Dos años después, en 1915, estrena el manto de Ojeda, siendo también la primera cofradía onubense en realizar un encargo al afamado diseñador e industrial sevillano. Otro ejemplo de la distinción que caracterizaba a la cofradía Merced, es el estreno en 1918 de la marcha El Esclavo, compuesta para la corporación por el maestro Manuel Castillo. En suma, estamos ante una cofradía que tuvo una clara importancia en el proceso de modernización de la Semana Santa onubense gracias, en buena medida, a la labor desarrollada por Pedro Garrido Perelló, hermano mayor de la cofradía, político y farmacéutico de profesión, que introdujo a la corporación en un interesante proceso de renovación estética de la mano de los mejores artesanos para cofradías del momento.
El protocolo de la cofradía de 1920 estaba compuesto por la guardia civil a caballo, la banda de cornetas y tambores del batallón de Soria, la cruz-guión y la bandera de la hermandad. Seguidamente, figuraba la presidencia y, a continuación, el paso de misterio, que aparecía flanqueado por la guardia civil. En el cuerpo del paso de palio, por su parte, figuraban el estandarte y la cruz alzada; a continuación, la presidencia, en la que formaban el hermano mayor, Pedro Garrido Perelló, y el director espiritual, González del Cid; seguidamente, el paso de palio de la Virgen de los Dolores custodiado por la guardia civil; tras el paso, el preste, presbítero señor Santos, y secciones de la guardia municipal y del batallón de Soria, y, a continuación, la banda municipal.
Cuentan las crónicas que los nazarenos vestían túnicas de cachemir blanco con capa y capirote granate con el escudo de la Merced, y calzaban sandalias. La corporación adopta esta túnica en 1913 con claro influjo de la Semana Santa de Sevilla, que se aprecia, especialmente, en la capa, y del hábito de los frailes mercedarios.
El primer paso de la cofradía, el misterio del Cristo de las Cadenas, llamaba la atención en la época por su riqueza y mérito artístico. Sin duda, debe ser tomado como referencia para estudiar la evolución de las andas procesionales en Huelva, porque constituye la primera gran obra del siglo XX en la ciudad. A partir del estreno del paso de José Gil puede identificarse el punto de inflexión en cuanto al interés de las cofradías por el patrimonio y su engrandecimiento.
Las imágenes secundarias del misterio habían pertenecido a la Hermandad del Valle y también salieron por primera vez en Huelva en 1913.
En el año 1920 los bordados del paso de palio se encontraban en proceso de ejecución. Ese año la cofradía estrenó el techo de palio, que anteriormente era de raso blanco y pasa a sustituirse por otro de tisú. Un año antes había estrenado los respiraderos bordados, hecho que llamó la atención de la prensa que, como prueba del valor de la pieza, señalaba que, en Sevilla, muy pocas cofradías tenían los respiraderos bordados. En 1915, la cofradía estrenó el manto, el primero que hizo Ojeda para la ciudad, y, al año siguiente, dio comienzo el proceso de bordado de las caídas del palio (bambalinas) por su parte exterior. En suma, fue un trabajo realizado en diferentes etapas, aunque con continuidad, que dio como resultado un conjunto marcado por el gusto y la armonía. Afortunadamente, el conjunto de bordados del paso de palio se conserva en la actualidad y constituye uno de los más valiosos de los que hay en ciudad.
La Virgen de la Merced vistió saya blanca bordada, corona y alhajas.
Los periódicos destacan que numeroso público presenció la estación de la cofradía por las distintas calles de la ciudad. También, el orden y el recogimiento que empleó la cofradía en su estación, aspectos muy tenidos en cuenta en la época.
El itinerario que siguió la cofradía en 1920 fue el siguiente: plaza de la Merced, Paseo de la Independencia, calle San José Isabel II, José Nogales, Sagasta, Tetuán, Cánovas, plaza de Saltés, Burgos y Mazo, plaza de la Constitución, Vázquez López, Joaquín Costa, Concepción, Tetuán, Cánovas, San José, paseo de la Independencia y plaza de la Merced.
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