
La pandemia también ha dejado a la ciudad sin la bajada de la imagen de la Virgen de la Cinta hasta el centro de la ciudad para presidir la Novena. El traslado se desarrolla en una de las mañanas más especiales que, sin duda, tiene la ciudad, porque conserva el sabor de lo que es, a un tiempo, sencillo y auténtico.
Ante la ausencia del traslado, la Hermandad, con buen criterio, ha programado actos para subrayar la importancia que el tercer domingo de agosto, día señalado para la bajada, tiene en el calendario cintero y también en el de la ciudad. De eta forma, la tarde del sábado 15 de agosto tuvo lugar la presentación del cartel anunciador de los cultos, magnífica obra de José Manuel López Vidal. Con esta sencilla iniciativa, la corporación ha conseguido que, desde la tarde-noche del sábado, en las horas previas a la bajada, las redes sociales se fueran poblando con imágenes de la patrona.
A primeras horas del domingo 15, coincidiendo con el horario del traslado de la imagen, la Hermandad celebró en el santuario eucaristía y rosario de la aurora y, a su término, la imagen quedó expuesta a la veneración de los fieles hasta mediodía.
De esta forma, quedó inaugurado en la ciudad el tradicional tiempo que hasta el 8 de septiembre preside la devoción que el pueblo de Huelva profesa a la Virgen de la Cinta desde tiempo inmemorial.
El Boletín se suma a este tiempo, recordando brevemente cómo fue la bajada de la imagen de la Virgen de la Cinta al centro de la ciudad hace un siglo.
El acto tenía lugar entonces por la tarde y podían diferenciarse dos partes: una, el itinerario desde el santuario hasta la plaza de la Merced y, otra, la procesión que, a partir de ese punto, se organizaba y que discurría hasta que la imagen hiciese su entrada en san Pedro, iglesia que acogía la celebración de las fiestas religiosas en honor de la Virgen de la Cinta.
El diario La Provincia resaltaba en la crónica del lunes 23 de agosto que el traslado se completó con la solemnidad característica. Por lo tanto, la solemnidad era una nota que distinguía al acto. Durante la primera parte del traslado, la que terminaba en la plaza de la Merced, acompañaron a la imagen, la Hermandad y “muchos fieles”. A la llegada a la plaza de la Merced, esperaban a la comitiva el clero, representantes políticos, militares y judiciales y se formó la procesión en la que participó obviamente, la Hermandad con sus insignias. También integraron el cortejo la Adoración Nocturna, niños de san Fernando, los padres agustinos, el clero y fieles que portaban cirios y flores. Tras el paso de la Virgen, se situó el clero de san Pedro, oficiando como preste Manuel Sánchez, coadjutor. El acompañamiento musical corrió a cargo de la banda municipal.
El itinerario que se completó fue el siguiente: plaza de la Merced, Paseo de la Independencia, calle san José, Cánovas, plaza de Saltés, calle General Bernal y san Pedro. Durante el recorrido, las campanas de las iglesias acompañaron con repique de campanas. Según describe la crónica, las calles del itinerario estaban iluminadas y se emplearon al paso del cortejo cohetes y bengalas.
La entrada en san Pedro se produjo a las 22,00h con entusiasmo general y entre ‘vivas’ de los presentes.
La novena de aquel año comenzó el 29 de agosto y estuvo presidida por Julio Guzmán.
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