
Tiempos extraños los que vivimos. De un lado, siguen produciéndose suspensiones de actos y salidas procesionales. La última, la anunciada hace unos días por la Hermandad del Carmen. De otro, ante la evolución positiva de la pandemia y la implementación de las primeras fases de la desescalada, la nueva normalidad tiene sus primeros efectos en las hermandades. La cara y la cruz dentro de un tiempo extraño, porque la cotidianidad sigue alterada.
Síntomas de la nueva normalidad son los primeros anuncios de cultos con acceso limitado en hermandades de penitencia, como Tres Caídas, que celebrará el Triduo en honor a la Virgen del Amor a partir del 28 de mayo, y la Esperanza, que ha anunciado Misa en Acción de Gracias por el XX aniversario de la Coronación canónica para el 3 de junio. La Hermandad del Rocío de Emigrantes también ha celebrado en esas condiciones el Triduo. También responde a la nueva normalidad la apertura, tímida aún, de casas de hermandad, como las de Oración, que abrirá los jueves, o los Mutilados, que abrirá del 1 al 12 de junio. Y, también, la exposición del censo de hermanos y hermanas con derecho a voto en la Hermandad de los Mutilados de cara al próximo cabildo de elecciones, probablemente el único que se celebre en 2020.
El confinamiento va quedando atrás, pero la normalidad perdida que anhelamos, aún no se vislumbra.
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