
En el repaso que estamos haciendo al ajuar de la Virgen del Rocío hoy nos detenemos en la ráfaga de los Tello de Eslava. Pero antes de pasar a la descripción de la pieza, vamos a realizar una introducción que se antoja oportuna sobre el significado de la ráfaga como atributo de la Virgen.
Carrasco Terriza explica que la imagen de la Virgen del Rocío se representa como Inmaculada y Asunta al cielo a través del vestido de sol, la media luna y la corona rematada por doce estrellas. Esta descripción encuentra fundamento en el Libro del Apocalipsis, en cuyo capítulo 12 se describe la visión de una mujer vestida de sol, con la luna a sus pies y una corona de doce estrellas que dio luz a un hijo varón que gobernaría todas las naciones con cetro de hierro.
Mediante la ráfaga, por tanto, se representa a la Virgen como la mujer vestida de sol que describe el Apocalipsis.
En el trabajo conjunto de Sánchez Rico, Romanov y Bejarano sobre el Arte de vestir a la Virgen, se sostiene que las imágenes marianas se comienzan a presentar con ráfaga a partir de 1700 como una evolución de las amplias blondas de encaje, de oro o plata, que remataban los mantos durante el barroco. Estas blondas, en ocasiones, se presentaban vueltas al exterior, conformando así el origen de la ráfaga de orfebrería.
Los estudios de Carrasco Terriza exponen que la iconografía de la imagen de la Virgen del Rocío se fija de manera definitiva en el segundo tercio del siglo XVIII gracias, entre otras piezas, a la ráfaga de puntas de plata de martillo de Tello de Eslava. Por lo tanto, la ráfaga constituye un aditamento esencial en la fijación iconográfica de la Virgen del Rocío.
Hecha esta rápida introducción sobre el significado de la ráfaga, su historia y la importancia que ha tenido en la fijación del modelo iconográfico de la Virgen del Rocío, nos detendremos, a continuación, en la ráfaga de Tello de Eslava también conocida como ráfaga de puntas. La pieza es una donación que José Carlos Tello de Eslava y su hermana Isabel, naturales de Almonte, realizan en el año 1733, según ha expuesto Manuel Galán en su tesis doctoral. José Carlos era canónigo de la Catedral de Sevilla. La ráfaga está realizada en plata sobredorada y constituye la primera ráfaga metálica que tuvo la Virgen, probablemente, como señala Galán, como trasunto de la iconografía de otras imágenes marianas de la época. La ráfaga se estructura en 2 piezas metálicas que en su perfil exterior contienen 8 semicírculos cada una de ellas. Las piezas, repujadas y cinceladas, presentan una ornamentación basada en elementos vegetales y roleos que sigue el mismo esquema simétrico en cada uno de los 8 semicírculos a los que hemos hecho referencia. En la parte más cercana a la imagen se dispone una cenefa y la parte que queda dentro del semicírculo se estructura a partir de una pequeña cartela central en la que se insertan símbolos alusivos a las letanías: escalera, fuente, arca, puertas, cáliz, espejo, luna y sol, en una, y lirio, estrella, custodia, rosa, ciprés, palmera, pozo y torre, en la otra. La parte exterior de la ráfaga se estructura como fina cenefa que en su perfil exterior presenta un remate irregular o dentado.
Por último, realizaremos una breve referencia a José Carlos Tello de Eslava. Como hemos indicado, nació en Almonte en 1687, ejerce como canónigo en Sevilla desde 1728 y fallece en su pueblo en 1753. Fue también director del Colegio Mayor Santa María de Jesús de Sevilla y canónigo en Murcia. Como ha expuesto Francisco Amores, estuvo a punto de ser obispo de Canarias, pero no aceptó la propuesta. Fue una persona muy devota de la Virgen del Rocío. En particular, sabemos que predicó el novenario en honor de la Virgen, ocupó el cargo de hermano mayor y realizó diversas donaciones, como un retablo o una saya y un manto bordados en oro y plata para la Virgen, prendas que fueron donadas junto a su hermana y Miguel Antonio Carrillo, también canónigo de Sevilla.
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