
En el recorrido por el patrimonio de las cofradías de la provincia, hoy nos detenemos en La Palma del Condado y, más concretamente, en la Hermandad del Nazareno, de la que fue miembro destacado un personaje recientemente tratado en El Boletín: Ignacio Cepeda Soldán, vizconde de La Palma. Dentro del exquisito patrimonio de la cofradía, analizaremos la túnica del Nazareno de 1956 que, según diseño de Santiago Martínez, fue ejecutada en el taller conventual de las Hermanas Adoratrices de Huelva.
La túnica está bordada sobre un tejido de seda de color morado e hilos de oro. Pero, según explicaba Márquez Pinto en la revista El Dintel correspondiente a 1996, es tanta la profusión de hilos de oro que parece que está bordada sobre tejido dorado. El bordado en oro se dispone exclusivamente sobre pecho, mangas y parte inferior de la prenda. En la ornamentación se han utilizado sedas de colores, especialmente, en los elementos florales.
El dibujo de Santiago Martínez se estructura en forma de guardillas, teniendo las de las mangas y la parte inferior casi idéntico esquema compositivo, mientas que en pecho y cuello introduce variaciones, aunque repitiendo los elementos decorativos para que el discurso de la pieza mantenga la coherencia. Las guardillas de las mangas y de la parte inferior, de gran tamaño, se estructuran en tres cuerpos diferenciados, siendo el inferior y el superior más menudos, a modo de marco para la parte central, que se compone a partir de la repetición de un mismo elemento decorativo de clara inspiración regionalista. Las guardillas de pecho y cuello comparten esquema compositivo realizado, fundamentalmente, mediante la repetición de elementos ornamentales que se alternan con otros vegetales y florales. Martínez emplea en su dibujo motivos decorativos característicos de los bordados para cofradías, como las ‘ces’, las ‘eses’, los elementos vegetales y los florales. En determinados momentos, por la singular disposición de los bordados sobre la prenda, recurre en el dibujo a la sucesión de elementos decorativos, especialmente en el los remates de la guardilla de la parte inferior y de las mangas, lo que remite a la decoración neomudéjar.
Márquez Pinto deja entrever que la túnica puede deberse a una de las numerosas donaciones de Ignacio Cepeda a la hermandad. Se basa para sostener la hipótesis en la falta de referencias a la prenda en las actas de la misma, a diferencia de lo que ocurre con el paso procesional del Nazareno, que también fue estreno en 1956. Sobre este particular, conviene precisar que Infante Limón y Valiente Romero sostienen en el libro sobre la historia de la Hermandad que la práctica totalidad del patrimonio reunido por la cofradía en vida del vizconde fue adquirido por él.
La túnica evoca a la que bordara en 1951 el taller de Carrasquilla, bajo diseño de Antonio Cobos, para la imagen del Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes de la Hermandad de la Amargura de Sevilla. Sobre esta idea hay que tener en cuenta dos datos: de un lado, que Ignacio Cepeda fue también benefactor de la cofradía sevillana. De otro, que la túnica de Carrasquilla se estrenó, completamente finalizada, 4 años antes del estreno de la túnica de Santiago Martínez para La Palma. Son, por tanto, obras muy próximas en el tiempo. La túnica de la Hermandad de la Amargura, a su vez, remite a la neomudéjar del Gran Poder, ejecutada íntegramente en el taller de Ojeda en 1908.
La túnica, como se ha repetido, fue diseñada y confeccionada para la imagen del Nazareno de La Palma del Condado, obra anónima de finales del XVI o principios del XVII.
En la historia de la túnica hay dos nombres clave: Ignacio Cepeda Soldán y Santiago Martínez
A Ignacio Cepeda (1890-1967) nos hemos referido hace tan escasos días. Ahora tan solo recordaremos que fue hermano mayor de la cofradía entre 1918 y 1930 y que años más tarde, en fecha sin determinar, fue nombrado hermano mayor honorario ejerciendo una clara influencia durante toda su vida en las decisiones de la Hermandad, bien como mecenas, bien como asesor en cuestiones patrimoniales y litúrgicas debido a su incuestionable autoridad en la materia.
Santiago Martínez (1890-1979), nacido en Villaverde del Río, provincia de Sevilla, estudió, a partir de 1903, en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla. Siempre lo hizo becado debido a su talento. En su formación influyeron García Ramos, Gonzalo Bilbao, pero, sobre todo, Joaquín Sorolla, con quien llegó a tener una relación de estrecha amistad. De hecho, se le considera su discípulo predilecto y el único pintor que colaboró en algunas de las creaciones del valenciano. Martínez, uno de los mejores exponentes del regionalismo andaluz, fue profesor y director en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla y catedrático en la Facultad de Bellas Artes en la Universidad Hispalense. Fue también director artístico en la Exposición Universal de 1929 y concejal del Ayuntamiento de Sevilla, además de miembro de las Academias de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla desde 1925 y San Fernando de Madrid desde 1964, instituciones en las que coincidió con Ignacio Cepeda. De su producción para las cofradías, destacaremos que es el autor del diseño del paso procesional de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo de Sevilla, al resultar ganador del concurso convocado al efecto por la corporación en 1947; autor del diseño del Simpecado de la Hermandad del Rocío de la Palma; autor del diseño del paso de palio de orfebrería de la Hermandad del Nazareno de La Palma; o autor de la pintura de la Virgen del Rocío del óvalo que centra el Simpecado de camino de la Hermandad Matriz de Almonte.
La relación de Ignacio Cepeda y de Santiago Martínez hizo posible la unión del conocimiento, la sensibilidad y el talento, eso que a veces parece tan difícil, y produjo resultados en forma de excelentes obras patrimoniales para hermandades de la provincia. La túnica del Nazareno de La Palma es una de ellas.
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