El Boletín inicia una sección que pretende divulgar el patrimonio de las cofradías andaluzas a través de las obras que irán proponiendo semanalmente cofrades de distintos puntos de Andalucía. Estrenamos la sección con el manto de la Virgen de la Soledad y Quinta Angustia de Cabra, obra que ha sido propuesta por Ignacio Sánchez Rico, al que hace tan solo unos días entrevistábamos.
Ignacio Sánchez Rico es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y máster en Arquitectura y Patrimonio Histórico por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Se dedica a la Museología desde hace 25 años, forma parte de la comisión artística de la Hermandad de la Esperanza de Triana, es autor de diversos libros sobre Semana Santa y ha asesorado a distintas cofradías andaluzas.
A modo de breve introducción, señalaremos que el manto pertenece a la Hermandad de la Soledad y Quinta Angustia, fundada en 1579. Tiene su estación en la mañana del Sábado Santo con un solo paso. La Virgen de la Soledad es una imagen que tradicionalmente se ha atribuido al taller de Pedro de Mena, aunque hay trabajos que ponen en duda esta autoría. La talla fue adquirida por la cofradía en Granada en el año 1664, según explica Antonio Moreno en su trabajo sobre la cofradía.

El manto se estrenó en la Semana Santa de 1871. El diseño y la dirección de los trabajos de bordados correspondieron a Francisco Iglesias, pintor gaditano establecido en Cabra, mientras que la ejecución del bordado es obra del taller de las monjas agustinas de la localidad, que emplearon, aproximadamente, 3 años en el bordado de la prenda, según explica Moreno Hurtado. El importe total del manto ascendió a 50.000 reales, que se atendieron gracias a una donación de Atanasio Linares, presbítero y catedrático del instituto egabrense. Linares había legado a la cofradía casas y terrenos.
El manto, en todo su perímetro, presenta una especie de menuda guardilla elaborada a base de hiedras, elemento vegetal que alude a la inmortalidad. El diseño sigue un personal esquema, a modo de gran guardilla, que deja libre de bordado la parte central del manto. El dibujo se compone a partir de una base de elementos vegetales sobre la que se insertan distintas cartelas, como la del Cordero Místico, la del cáliz sacramental y la del Monte Calvario representado con tres cruces vacías. El esquema compositivo de la pieza remite a la importancia que los diseñadores han tenido en el esplendor del arte del bordado.
El manto está bordado en oro sobre terciopelo de color azul marino.
La prenda ha sido restaurada en 2018 por Jesús Rosado, mientras que Alfonso Aguilar se ha ocupado de la reconstrucción del encaje que rodea el manto. Rosado ha destacado la “perfecta” ejecución del bordado de la pieza, realizada a partir de muy finas hilaturas de “exquisito” gusto.
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