
Las puertas de la iglesia de San Francisco se abrieron aquel Miércoles Santo a las 20,30h. Cuentan las crónicas que, con bastante antelación, las calles próximas al templo registraban gran animación. Este hecho no debe extrañar porque la cofradía estuvo siempre muy arraigada en la feligresía, en un claro ejemplo de identificación entre barrio y cofradía.
Abría marcha la banda de cornetas y tambores del batallón de Soria y, seguidamente, aparecieron dos ordenadas filas de nazarenos. La prensa destacó en su información el recogimiento que tuvo la estación de la cofradía.
Los periódicos narran que los nazarenos de San Francisco vestían túnica de color blanco y capirote de color morado. La descripción de la túnica permite incidir en dos características de aquel momento de cambio en la Semana Santa onubense: de un lado, la ausencia de cola en una cofradía que se había fundado en los últimos años del siglo XIX. Dato que viene a corroborar que la cola es una prenda en desuso en la nueva estética que se abría paso. De otro, la incorporación del color a las túnicas. Si hasta mediados del siglo XIX, las túnicas de las cofradías habían sido negras o moradas, a finales del siglo XIX comienza a introducirse el color, como lo demuestra la túnica de esta cofradía.
El protocolo estuvo formado por la cruz guión, bandera y estandarte y la cruz alzada de la parroquia de San Pedro. A continuación, figuraba la presidencia del primer paso. Hay que señalar, que las insignias, según la descripción que hace la prensa, se situaban en el cuerpo de nazarenos del paso de Cristo.
Sobre el primer paso, escoltado por la guardia civil, al igual que el palio del Mayor Dolor, aparecían las imágenes del Cristo de la Expiración, que estrenó sudario, y de María Magdalena, que aparece arrodillada al pie de la Cruz. La imagen del Crucificado era una obra anónima del siglo XVII y en 1919 había sido restaurado en Sevilla por Antonio Roldán. Por su parte, la imagen de María Magdalena, que estrenó un pañuelo, es obra de Ángel Álvarez, de 1898, según detalla Rocío Calvo en su trabajo Historia de las Imágenes de la Hermandad de San Francisco de Huelva. La composición del misterio varió en los primeros años fundacionales, pero desde 1899 procesionan solos el Cristo de la Expiración y la Magdalena.
El paso de misterio era de caoba con aplicaciones en plata y fue estrenado la Semana Santa de 1919. Según la prensa de la época, las andas fueron adquiridas en Sevilla.
Tras el paso de Cristo desfiló la Centuria Romana, que incorporaba en sus filas una banda de cornetas. La centuria romana de la ciudad se creó en 1891 por Antonio Gilabert, sevillano afincado en Huelva, según consta en el libro Centuria Romana de las Cofradías de Huelva de Eduardo Sugrañes. La primera salida de la Centuria o de los armaos, también eran conocidos por este nombre, tiene lugar en 1892 y la última en 1924. Por lo tanto, durante más de tres décadas, la Centuria formó parte del paisaje de la Semana Santa onubense.
La imagen de la Virgen del Mayor Dolor, que despertaba gran devoción, a decir de la prensa del momento, estrenó aquel Miércoles Santo saya de color crema bordada en oro y corona de plata sobredorada. El manto bordado que lució la imagen es el que diseñó Edmigio Serrano y bordó Consolación Sánchez para la cofradía sevillana del Gran Poder. El manto fue estrenado en la Semana Santa de 1873 y desde 1908 pertenece a la cofradía de la Estrella, que lo sigue utilizando a día de hoy como manto de salida.
La Virgen del Mayor Dolor procesionó en un palio que pertenecía, y lo sigue haciendo en la actualidad, a la sevillana cofradía de la Estrella, aunque fue confeccionado para la de la Macarena. El palio sigue diseño de Juan Manuel y fue bordado por su hermana Josefa, la popular tía Pepa, en 1891. Es un palio de figura, de claro corte decimonónico, que tenía heráldicas tanto en la bambalina delantera como en el respiradero frontal. En las fotografías que existen de la época, llama la atención las dimensiones de los respiraderos, también bordados, que casi llegan a cubrir en su totalidad los faldones del paso. Rocío Calvo explica en el libro antes citado que la cofradía de San Francisco sacó el palio de Ojeda desde 1919 hasta 1921.
Tras el palio, oficiaba de preste el sacerdote señor Santos. También formaba en el cortejo la guardia municipal, en representación de la autoridad. Presidieron la cofradía el hermano mayor, José Orellana, el director espiritual, presbítero Sánchez Santiago, y el mayordomo, Gaspar Blanco. La prensa se encargaba de señalar que el teniente hermano mayor de la corporación era José Coto Mora que había sido alcalde la ciudad y destacado político de la época.
Acompañó al palio la banda municipal, dirigida por el maestro Castillo.
Hay que hacer constar que la imagen del Gran Poder que, procesionó con la cofradía desde 1897, dejó de hacerlo en 1918.
Según las crónicas, se interpretaron numerosas saetas y hubo tanto público en las calles aquel Miércoles Santo de 1920, que el tránsito resultó casi imposible. La expectación era tal, que hasta los balcones aparecían abarrotados.
El itinerario que siguió la cofradía ese día fue el siguiente: San Francisco, General Azcárraga, Joaquín Costa, Concepción, Sagasta, Zafra, Béjar, Gravina, Sagasta, Tetuán, Cánovas, plaza de Saltés, Burgos y Mazo, Plaza de las Monjas, Vázquez López, Murillo, Rábida, Azcárraga, Sevilla, Bailén y Plaza de San Francisco.
La cofradía ingreso en el templo de recogida a las 1,30h del Jueves Santo.
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