
En las últimas semanas las Hermandades de la Esperanza y la Victoria han celebrado aniversarios de las coronaciones canónicas de sus respectivas titulares y dentro de unos días hará lo propio la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte y otras hermandades de la provincia. Aprovechando la coincidencia de estas fechas señaladas, vamos a realizar una rápida y sencilla aproximación a este rito.
Bermúdez Requena, sitúa los antecedentes históricos en una práctica que el capuchino italiano Jerónimo Paolucci popularizó durante el siglo XVI. Según explica el autor, Paolucci solía terminar sus predicaciones, en el marco de unas misiones populares que fueron comunes a partir del Concilio de Trento, con la imposición de una corona a las imágenes de la Virgen más veneradas del lugar. Más tarxde, otros capuchinos dieron continuidad a la práctica descrita, hasta el punto de que los Menores Capuchinos crearon la Pía Opera dell’ Incoronazione.
La ceremonia alcanzó un impulso decisivo en el siglo XVII a través del conde Alejandro Sforza, muy próximo al Vaticano, que legó bienes al Capítulo o Reverenda Fábrica de San Pedro, creado por el Papa Clemente VII, para que fuesen enajenados y el producto obtenido se destinase a coronar las imágenes de Virgen más veneradas. Merced a la generosa donación del noble, se encomendó al Capítulo de San Pedro el privilegio de conceder coronaciones canónicas a imágenes de Virgen.
Sobre las normas que han regulado las coronaciones canónicas, Bermúdez Requena explica que la regulación se ha recogido, históricamente, en normas emanadas del Capítulo de San Pedro, que redactó un ritual, según Ribelot, en el siglo XVI al extenderse la costumbre de coronar a imágenes de Virgen. A partir de 1897, el ritual se incluyó en el Pontifical Romano. De esta manera, como explica Bermúdez, una manifestación de la religiosidad popular “pasó a ser rito litúrgico”. En 1973, la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino promulgó normas sobre la materia y en 1981, por mandato del Concilio Vaticano II, se promulgó el nuevo ritual.
Bermúdez Requena explica que la competencia para la coronación canónica de una imagen de la Virgen también ha correspondido al papa, como pastor universal, y, desde 1981, además, al obispo diocesano. En virtud de la autoridad concedente, el autor diferencia entre las coronaciones pontificias, que serían las concedidas por el papa; las coronaciones concedidas por el Capítulo de san Pedro, en virtud del histórico privilegio; y las coronaciones diocesanas, que son las concedidas por el obispo diocesano. Como hemos dicho, el obispo es competente para conceder coronaciones canónicas desde 1981.
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