
A las 19,00h del Viernes Santo de 1920 hizo la salida la cofradía del Santo Entierro desde la Parroquia de San Pedro, abriendo la última jornada con procesiones de Semana Santa en la ciudad. El Viernes, además, era la única jornada con dos cofradías en la calle, si bien, se procuraba que no coincidieran en horario, porque era tradición que la Virgen de la Soledad de la cofradía de la Vera Cruz cerrase la Semana Santa procesionando sola por las calles de Huelva.
Según las crónicas, desde tiempo antes de la salida, los alrededores de la parroquia de San Pedro se encontraban repletos de público.
El extenso protocolo de la cofradía aquel Viernes Santo fue el siguiente: abriendo marcha, parejas de la guardia civil de caballería y la banda de cornetas y tambores del batallón del regimiento de Soria; a continuación, cruz y guión y, seguidamente, el paso de la Virgen de las Angustias; en el tramo del misterio del Traslado al Sepulcro, bandera de la hermandad y estandarte y, a continuación, el paso de misterio presidido por los presbíteros, Alejandro Cano, Jesús García y Miguel Reyes; en el tramo del paso de palio, estandarte, guión, cruz alzada de la Concepción, pendón, cruz alzada de San Pedro y, a continuación, el paso de palio presidido por el hermano mayor, Felipe Morales, y el director espiritual, Julio Guzmán. Ofició como preste, el presbítero Antonio Giménez. Por último, la banda municipal y la compañía del batallón de Soria. Acompañó a la cofradía una representación de la Hermandad de Pasión, que acudió con la bandera como insignia representativa de la corporación. Otros años habían acudido más representaciones de hermandades, incluso cofradías con sus pasos procesionales.
La hermandad del Santo Entierro estaba revestida de un carácter oficial y en el cortejo estaba representada la figura del Rey; en 1920, concretamente, en la persona de Mariano Gámir. Además, formaron parte del cortejo el Ayuntamiento bajo mazas, un magistrado de la audiencia, el teniente fiscal, el delegado de hacienda, el teniente coronel de la guardia civil, el comandante de la guardia civil y las fuerzas de la guardia municipal.
Los nazarenos de la cofradía, numerosos, según precisa el periódico La Provincia, vestían túnica y antifaz negros con capa y cíngulo morados. La corporación adoptó el hábito en un proceso llevado a cabo entre los años 1914 a 1916. Se trata de un ejemplo más de la incorporación de la capa en sustitución de la cola, tradicional durante el siglo XIX.
El primer paso de la cofradía, desde 1916, era el de la Virgen de las Angustias, que iconográficamente representaba una Piedad, con la imagen del Cristo Yacente en el regazo.
La imagen de la Virgen lucía un manto del que solo se conocen las vistas bordadas, pero que, como hemos apuntado en anteriores días, dejan entrever una pieza de notable calidad. También luce entre sus atributos una corona.
La cofradía también había introducido en 1917 una reforma sustancial en el segundo de los pasos al sustituir la tradicional Urna por el misterio del Traslado al Sepulcro. Sobre las nuevas andas se disponían las imágenes del Cristo Yacente, los Santos Varones, María Magdalena, María Cleofás, y un soldado romano en uno de los misterios más espectaculares de la Semana Santa de la época y ejemplo del crecimiento y evolución de la celebración.
Las andas, con respiraderos y canasto con casetones, destacaban por sus líneas rectas y elegantes y por la personalidad de su traza, característica que antaño poseían muchas obras y que en la actualidad se echa en falta. Los candelabros de guardabrisas de las esquinas aumentaban la vistosidad del conjunto.
El paso de palio de la cofradía era de terciopelo negro y tenía en la gloria una imagen de la Inmaculada.
La Virgen de la Soledad lucía el manto de Ojeda que estrenó la Semana Santa anterior. Se trataba de una prenda bordada en oro sobre terciopelo de color morado que, desgraciadamente, se perdió en la confrontación violenta vivida en 1936.
De esta manera, el diseñador e industrial sevillano adquiría un innegable protagonismo en la Semana Santa de Huelva, porque, aquel año, como principales obras, tuvo el manto y el palio de la Hermandad de La Merced, el manto de la Hermandad del Santo Entierro y el palio de la Hermandad de San Francisco. Sin lugar a dudas, todo un lujo para la Semana Santa de Huelva que habla de la excelencia que se estaba alcanzando la celebración. También, de esta forma, Ojeda se convierte en un nombre clave para explicar la renovación estética de la Semana Santa.
El itinerario que completó la cofradía en 1920 fue el siguiente: Plaza de San Pedro, General Bernal, Cánovas, Tetuán, Sagasta, Gravina, Béjar, Zafra, Sagasta, Concepción, Joaquín Costa, Vázquez López, P Monjas, Burgos y Mazo, General Bernal y P San Pedro.
La prensa de la época calificó la estación de la cofradía de “brillantísimo por todos los conceptos”. Además, destacó el número de personas que se dio cita en las calles para presenciar el discurrir de la cofradía.
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